Durante el té, los
chicos personificaron a los principales personajes, recrearon parte de la
historia, cantaron “Estamos invitados a tomar el té” (del libro de María Elena
Walsh) y contaron a sus familias qué habían leído durante el tiempo del
Proyecto Institucional de Lectura. La ocasión sirvió para reafirmar que leer es
parte de la vida y no solo un contenido escolar.
Cuando el conejo
indicó que era la hora de volver a clases, las valijas que los acompañaron todo
el año llegaron finalmente a destino. Para entonces quedaba atrás el país que
cada grupo de clase inventó pero en cada uno la memoria de este día permanecerá
para siempre. Hemos aprendido de Alicia que para
siempre es, a veces, solo un segundo.